Panorama.
Las redes sociales son el nuevo CV de lxs artistas. En ellas depositamos todo lo que queremos comunicar y compartir.
Pero de lo que muchas veces no somos conscientes es de que le estamos entregando nuestro contenido a una empresa privada que tiene sus propios intereses y valores.
Las empresas no van a hacer nada de lo que no obtengan ganancia. Como muestra el documental El dilema de las redes sociales (Netflix, 2020): si para permanecer en una red social no tenés que pagar nada, entonces la mercancía sos vos.
"What is the matrix?: Control."
El shadowbanneo es un problema que se está volviendo muy recurrente. En Instagram, se ven muchas historias pidiendo interacción para poder generar alcance pero el lado oscuro de esta situación es lo que Orwell en su novela 1984 llamaba la policía del pensamiento. Estas compañías y sus políticas van moldeando nuestra forma de pensar a través de aprobar o desaprobar contenido, controlando y registrando lo que se dice y censurando aquello que no concuerda con su modelo de negocio. Sí, las redes están llenas de censura: nuestrxs cuerpxs, nuestras mentes y nuestra cultura son juzgadas permanentemente por éstas empresas.
¿Son capaces de determinar qué cuerpx/idea/arte es válido para ser expresado? Son capaces.
Esto, sin lugar a dudas, es muy peligroso.
Casos de "éxito".
No nos vamos a poner free the nipple con todo esto. Vayamos un poco más profundo.
Por ejemplo, unx no puede poner un video de cómo Israel bombardea Palestina sin tener la certeza que esa historia o bien será borrada, o bien no tenga la cantidad de vistas esperadas ( y quizá este efecto dure un par de días).
Así, si quiero tener alcance en el próximo lanzamiento de mi proyecto, no me voy a arriesgar a poner contenido "político" unos días antes. Esto es, claramente, un condicionamiento ideológico y un impedimento para que las situaciones de injusticia en el mundo tengan la visibilidad que necesitan.
Hoy, con un puñado de varones blancos controlando los recursos naturales, los medios de producción y los medios de comunicación, la capacidad de alcance de los discursos alternativos a la narrativa oficial podría sufrir fuertes restricciones.
Cuántas veces hemos visto palabras con letras cambiadas para que la policía del pensamiento no las detecte (v4cun4, d0sis, etc), por sólo poner un ejemplo.
Soluciones.
Lamentablemente, mi vieja mula ya no es lo que era. Internet se volvió un ojo que mira nuestra cara permanentemente, tentando al ego a sacar una selfie (ego is a muthafucka).
La censura en RRSS es un hecho y no parece haber un cambio a corto plazo (les debe estar funcionando bastante bien).
Sin ir más lejos, hace unas semanas bajaron la cuenta de unx de nuestrxs más queridxs colegas quien lleva adelante la lucha por desestigmatizar finalmente el uso del cannabis. Perdió todas sus publicaciones y no sabemos quién tomó esa decisión o por qué.
La solución más obvia y eficaz a todo esto es la que siempre tuvimos, la que nos trajo hasta acá: lx otrx. El contacto mano a mano, piel con piel: eso que nuestrx cuerpx interpreta como la seguridad de la compañía liberando endorfina y oxitocina que nos llenan de amor y nos sacan el miedo. Juntarse, unirse, compartir. El show en vivo, por ejemplo, es la experiencia más intensa para quienes tenemos un proyecto musical, porque estamos ahí, con ustedes. Es real.
Cuando andemos dentro de matrix, debemos estar muy atentxs a lo que miramos y consumimos y a las emociones que ello nos genera.
Si controlamos nuestra atención, controlamos nuestro poder. No lo regalemos a estas empresas sólo porque nos dan unos instantes de satisfacción superflua.
Más allá de éstas plataformas, tenemos que gestar otros canales de información, lugares donde podamos decir lo que sentimos sin censura. Tejamos redes, como diría nuestrx amigx cannábicx @hila_420respald.
Existen, asimismo, radios comunitarias y páginas web que le dan la palabra a quienes están luchando por sostener la trama de la vida. Tenemos que hacer que se escuchen.
Éste blog es un intento de hacer eso pero posiblemente existan muchos más. Sólo que, quien controla el discurso quizá no quiere que vos sepas lo que pasa afuera.
Habrá que seguir tratando y empujando la balanza para nuestro lado. Al fin y al cabo, somos el 99% de la población mundial. ¿A qué le tememos?